jueves, 30 de abril de 2009

La espera...


Existe una excitación demencial en la espera...
Te has duchado, depilado, arreglado...
llevas tu mejor perfume y un traje sugerente,
o sencillamente esa ropa interior que esconde levemente
aquello que deseas dejar al descubierto...

Preparas velas, vino...
te tumbas en la cama a esperar...
Y vas imaginando...
el tacto de su piel, el olor de su cuerpo, la mirada que te posee...
recuerdas la sensación de tu lengua en su espalda,
el mordisco de pasión en tu cuello,
la presión, la dureza amenazándote...
y deliras en la soledad mientras los minutos se deslizan en el reloj...

Sabes que llegará, pronto...
sabes que su cuerpo busca romperte, meterse, desgarrarte...
Te vas deshaciendo entre las sábanas...
Puedes atarte, vendar tus ojos, arrodillarte, esperar desnuda en el suelo,
intentando predecir sus caprichos, las ganas de causarte placer o dolor, de humillarte,
de joderte o simplemente de adentrarse tiernamente en tu interior...

Sabes que llega la hora de entregarte,
sabes que no puedes escapar de sus deseos...



Y cuando la incertidumbre empapa tu piel,
cuando el calor y la humedad bañan los recuerdos...
oyes el crujir de la llave, la puerta que se abre...
la espera se acaba y, al fin...
te entregas, sin miedo, a tu Dueño,
a sus caprichos... a la pasión...

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