miércoles, 3 de junio de 2009

Jugar con fuego...



"Si te mueves, te haré daño..."
Empecé a temblar... sabía que no iba en broma.

Reconozco enseguida sus momentos de crueldad
salta el interruptor en su cabeza...
huele mi miedo...
destila una pulsión sádica
que hace estremecerme...

Acaricíaba con el frio metal todo mi cuerpo...
tiritaba encima de la cama, con el rostro cubierto
" ¿no sabes lo qué es todavía?..."

En una ocasión fue un gran cuchillo afilado,
en otra unas tijeras...
esta vez era diferente.
Puso el objeto de filo y bajó lentamente desde mi cuello
por el pecho, hasta el ombligo.

Sentí el escozor de cuando la piel se raja levemente
y esa sensación me hizo temblar más todavía.
La sangre me da pánico, es estética y en momentos
irracionales resulta muy erótica y desinhibidora...
pero me asusta pensar en una herida profunda y
la sangre rojísima brotando de mi cuerpo.

Él lo sabe... juega con mis miedos...
le excita verme asustada, empequeñecida ante sus caprichos
y a mí me excita saber que le complazco.

En una ocasión, conversé con cierta persona del club de los pervertidos
sobre las navajas de barbero... atracción y horror a partes iguales.
Esta vez pude comprobarlo en mi propia piel.
Lamí la hoja de la navaja y sentí el pulso de mi Dueño manejándola
con precisión, con esa precisión casi médica que me erizaba la piel.

La sentí deslizándose entre mis piernas...
suavemente, como el peligro que acecha en silencio...
"¿tienes miedo?"...

Recordé el viejo refrán... "si juegas con fuego, acabarás quemándote"
y entonces pensé que la llama hiere, duele,
pero muchas veces el calor que provoca es más intenso
que el propio temor a la quemadura.


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