jueves, 3 de diciembre de 2009
Dulce...
Él lo sabe...
sabe mi debilidad por las cosas dulces.
Grandes y dulces...
y se encarga de cumplir mis caprichos...
cuando tengo hambre...
cuando me convierto en la niña mala que le gusta que sea.
Le excita que sea golosa,
y también cuando le observo deleitarse
en la maravillosa tarea de darme de comer y de beber...
No hace falta que se lo diga...
porque él también lo sabe...
pero hay días en que me encantaría
saborear el exquisito placer
de las cerezas...
Tan dulces y delicadas...
escurriéndose por mi boca... deshaciéndose en mi lengua...
Un capricho permitido solo para mi...
y sé que sabrá proporcionármelo...
como solo él sabe trasladarme a la explosión
de los placeres más sublimes...
como sólo él sabe hacerme gozar...
Gracias Amo.
sabe mi debilidad por las cosas dulces.
Grandes y dulces...
y se encarga de cumplir mis caprichos...
cuando tengo hambre...
cuando me convierto en la niña mala que le gusta que sea.
Le excita que sea golosa,
y también cuando le observo deleitarse
en la maravillosa tarea de darme de comer y de beber...
No hace falta que se lo diga...
porque él también lo sabe...
pero hay días en que me encantaría
saborear el exquisito placer
de las cerezas...
Tan dulces y delicadas...
escurriéndose por mi boca... deshaciéndose en mi lengua...
Un capricho permitido solo para mi...
y sé que sabrá proporcionármelo...
como solo él sabe trasladarme a la explosión
de los placeres más sublimes...
como sólo él sabe hacerme gozar...
Gracias Amo.
miércoles, 12 de agosto de 2009
Lo...li...ta
jueves, 30 de julio de 2009
Violencia

Hay algo en tu violencia.. que me excita.
Jamás sentí, ni comprendí, una pasión así...
tan intensa...
que precise de cada una de las células
nerviosas de mi cuerpo para explotar
en el interior.
Explotar, como explota tu cuerpo sobre mí.
Violenca de golpes, gruñidos, arañazos, mordiscos...
violencia de sangre, de marcas, señales..
violencia que se dispara de tus labios,
de tu miembro, de tus manos...
Del sexo, del amor, de la necesidad o del placer...
pero necesito sentir esa violencia
que me engancha por las venas
como droga dura que me aturde en los sentidos...
Soy la esclava de tu forma de tenerme,
juguete que cobra vida ante los deseos de tu piel.
Puta y princesa en tus sueños más oscuros.
Víctima y merecedora de los atentados
de la violencia del placer...
mi placer...
Tu placer...
Jamás sentí, ni comprendí, una pasión así...
tan intensa...
que precise de cada una de las células
nerviosas de mi cuerpo para explotar
en el interior.
Explotar, como explota tu cuerpo sobre mí.
Violenca de golpes, gruñidos, arañazos, mordiscos...
violencia de sangre, de marcas, señales..
violencia que se dispara de tus labios,
de tu miembro, de tus manos...
Del sexo, del amor, de la necesidad o del placer...
pero necesito sentir esa violencia
que me engancha por las venas
como droga dura que me aturde en los sentidos...
Soy la esclava de tu forma de tenerme,
juguete que cobra vida ante los deseos de tu piel.
Puta y princesa en tus sueños más oscuros.
Víctima y merecedora de los atentados
de la violencia del placer...
mi placer...
Tu placer...

viernes, 17 de julio de 2009
Sed
viernes, 3 de julio de 2009
Jaulas, ataudes y mazmorras

Existen unos pocos sitios oscuros perdidos en las entrañas de la ciudad...
Puertas que pasan desapercibidas para la gente común,
y que esconden en su interior auténticos recintos creados para
el disfrute del placer y del dolor.
Angostos espacios de reunión para adictos a las sensaciones,
para las almas que se pierden en el calor de la noche...
Puertas que pasan desapercibidas para la gente común,
y que esconden en su interior auténticos recintos creados para
el disfrute del placer y del dolor.
Angostos espacios de reunión para adictos a las sensaciones,
para las almas que se pierden en el calor de la noche...

Bellos y extraños lugares con
bellas y extrañas personas que se pierden en su interior.
Allí dentro está permitido ser aquello que siempre deseaste ser...
el felpudo que pisar (culpable o víctima
de tu castigo) o la mano del verdugo que empuña la razón.
Sentir las ataduras que te ligan, los barrotes que te apresan,
las cadenas que te atan y liberar en un momento todo aquello
que nace dentro de ti...
bellas y extrañas personas que se pierden en su interior.
Allí dentro está permitido ser aquello que siempre deseaste ser...
el felpudo que pisar (culpable o víctima
de tu castigo) o la mano del verdugo que empuña la razón.
Sentir las ataduras que te ligan, los barrotes que te apresan,
las cadenas que te atan y liberar en un momento todo aquello
que nace dentro de ti...

Entra, ponte cómodo y déjate llevar...
el paraíso de las fantasías abre sus puertas al anochecer.
el paraíso de las fantasías abre sus puertas al anochecer.
jueves, 18 de junio de 2009
Segundas pieles.... el catsuit

Siento una atracción irresistible por algunas prendas fetichistas...
y me fascinan las personas que se introducen en ellas
como en una segunda piel.
Dentro de sus atuendos y vestiduras se transforman, mutan
y convierten, enfundados en prendas diseñadas para el placer.
y me fascinan las personas que se introducen en ellas
como en una segunda piel.
Dentro de sus atuendos y vestiduras se transforman, mutan
y convierten, enfundados en prendas diseñadas para el placer.


Adoro los catsuits, de latex sobre todo,
que no enseñan sino dibujan apeteciblemente...
como si de una piel de caramelo se tratase.
Una piel que provoca la necesidad de lamer y acariciar.
que no enseñan sino dibujan apeteciblemente...
como si de una piel de caramelo se tratase.
Una piel que provoca la necesidad de lamer y acariciar.


El atrezzo es parte del juego...
las segundas pieles se liberan, buscan y devoran
y así.. vestidos y a la vez desnudos,
mostramos sin miedo lo que somos, sentimos
y deseamos ser en realidad.
las segundas pieles se liberan, buscan y devoran
y así.. vestidos y a la vez desnudos,
mostramos sin miedo lo que somos, sentimos
y deseamos ser en realidad.

martes, 16 de junio de 2009
La mirada del voyeur

La palabra voyeur deriva del verbo voir (ver) con el sufijo -eur del idioma francés.
Una traducción literal podría ser “mirón” u “observador”, con la connotación peyorativa del caso.
El voyeur suele observar la situación desde lejos, bien mirando por una cerradura, por un resquicio, o utilizando medios técnicos como un espejo, una cámara, etc.
La masturbación acompaña, a menudo, al acto voyeurista.
El riesgo de ser descubierto actúa, a menudo, como un potenciador de la excitación.
A la tendencia voyeurista se le asocia frecuentemente la tendencia exhibicionista (disfrutar mostrándose, más o menos abiertamente, semidesnudo o completamente desnudo).
Ambas conductas poseen un fuerte componente compulsivo, irrefrenable, mostrando los sujetos aumento de su tasa cardíaca y sudoración ante la aparición de estímulos relacionados con dichas actividades. Estos efectos físicos desaparecen tras la realización del acto voyeurista.

Está catalogado por la Sexología como una de las más de 130 parafilias conocidas.
Y yo me pregunto... si no consideramos perversión el placer de deleitarnos con una obra de arte, una película, con la fotografía, o cualquier medio visual que nos satisfaga de un modo placentero... por qué alertar sobre la observación morbosa del cuerpo humano y sus pasiones?
Todos llevamos un voyeur dentro...
Si eres de los que no pueden evitar asomarse a la cerradura...
pasa, estás invitado.

sábado, 13 de junio de 2009
jueves, 11 de junio de 2009
Rosas

Toma las rosas, y aprieta las espinas hasta que tus manos sangren,
incluso mientras hueles el dulce aroma que desprenden.
Cuando puedas entender por qué no hay contradicción aquí,
encontrarás el primer paso del camino.
Porque no existe mayor placer que las espinas con rosa...
ni mayor belleza que las rosas con espinas.
incluso mientras hueles el dulce aroma que desprenden.
Cuando puedas entender por qué no hay contradicción aquí,
encontrarás el primer paso del camino.
Porque no existe mayor placer que las espinas con rosa...
ni mayor belleza que las rosas con espinas.
El beso de papá...

Últimamente -lo notaba con inquietud-,
cuando la acompañaba a la cama por la noche
o muchas veces por la mañana,
cuando iba a despertarla y ella aún estaba dormida,
como colocada allí por las manos de Dios,
y a través del velo de su camisón se adivinaban las formas
de caderas y pechos y del hueco del hombro, codo y axila mórbida,
donde apoyaba el rostro,
emanando un aliento cálido y tranquilo...
sentía un malestar en el estómago y un nudo en la garganta
y tragaba saliva y,
Dios era testigo!,
maldecía el hecho de ser el padre de esta mujer y no un extraño,
un hombre cualquiera ante el que ella estuviera acostada como ahora
y que sin escrúpulos pudiera yacer a su lado,
encima de ella y dentro de ella con toda la avidez de su deseo.
El sudor le empapaba y los miembros le temblaban
mientras ahogaba en el interior tan terrible concupiscencia,
y se inclinaba sobre ella para despertarla
con un casto beso paternal.
cuando la acompañaba a la cama por la noche
o muchas veces por la mañana,
cuando iba a despertarla y ella aún estaba dormida,
como colocada allí por las manos de Dios,
y a través del velo de su camisón se adivinaban las formas
de caderas y pechos y del hueco del hombro, codo y axila mórbida,
donde apoyaba el rostro,
emanando un aliento cálido y tranquilo...
sentía un malestar en el estómago y un nudo en la garganta
y tragaba saliva y,
Dios era testigo!,
maldecía el hecho de ser el padre de esta mujer y no un extraño,
un hombre cualquiera ante el que ella estuviera acostada como ahora
y que sin escrúpulos pudiera yacer a su lado,
encima de ella y dentro de ella con toda la avidez de su deseo.
El sudor le empapaba y los miembros le temblaban
mientras ahogaba en el interior tan terrible concupiscencia,
y se inclinaba sobre ella para despertarla
con un casto beso paternal.
El perfume, Patrick Süskind
viernes, 5 de junio de 2009
Hambre...

En lo más profundo de mi insustancialidad hormonal, solo reinaba el caos.
De noche, me levantaba para ir a la cocina a pelear con unas piñas : había observado que el exceso de dicha fruta me hacía sangrar las encías, y necesitaba ese combate cuerpo a cuerpo. Cogía un cuchillo grande , atrapaba la piña por la cabellera, la despellejaba con algunos cortes y la devoraba hasta el corazón.
Si las primeras sangres seguían sin derramarse, despedazaba otra : llegaba el momento excitante en el que veía la carne amarilla inundada con mi hemoglobina.
Aquella visión me enloquecía de placer.
Devoraba el rojo en el corazón de oro.
El gusto de mi sangre mezclada con la piña me aterrorizaba de voluptuosidad.
Comía a marchas forzadas y sangraba todavía más.
Era un duelo entre las frutas y yo.
Estaba condenada a perder, salvo que estuviera dispuesta a dejar hasta mi última gota de sangre.
Interrumpía aquella lucha singular cuando sentía que mis dientes estaban a punto de caer.
La mesa de la cocina era un ring en el que subsistían enigmáticos vestigios.
Aquella Ilíada frutal enjugaba un poco mi rabia.
Biografía del hambre, Amélie Nothomb
miércoles, 3 de junio de 2009
Jugar con fuego...

"Si te mueves, te haré daño..."
Empecé a temblar... sabía que no iba en broma.
Reconozco enseguida sus momentos de crueldad
salta el interruptor en su cabeza...
huele mi miedo...
destila una pulsión sádica
que hace estremecerme...
Acaricíaba con el frio metal todo mi cuerpo...
tiritaba encima de la cama, con el rostro cubierto
" ¿no sabes lo qué es todavía?..."
En una ocasión fue un gran cuchillo afilado,
en otra unas tijeras...
esta vez era diferente.
Puso el objeto de filo y bajó lentamente desde mi cuello
por el pecho, hasta el ombligo.
Sentí el escozor de cuando la piel se raja levemente
y esa sensación me hizo temblar más todavía.
La sangre me da pánico, es estética y en momentos
irracionales resulta muy erótica y desinhibidora...
pero me asusta pensar en una herida profunda y
la sangre rojísima brotando de mi cuerpo.
Él lo sabe... juega con mis miedos...
le excita verme asustada, empequeñecida ante sus caprichos
y a mí me excita saber que le complazco.
En una ocasión, conversé con cierta persona del club de los pervertidos
sobre las navajas de barbero... atracción y horror a partes iguales.
Esta vez pude comprobarlo en mi propia piel.
Lamí la hoja de la navaja y sentí el pulso de mi Dueño manejándola
con precisión, con esa precisión casi médica que me erizaba la piel.
La sentí deslizándose entre mis piernas...
suavemente, como el peligro que acecha en silencio...
"¿tienes miedo?"...
Recordé el viejo refrán... "si juegas con fuego, acabarás quemándote"
y entonces pensé que la llama hiere, duele,
pero muchas veces el calor que provoca es más intenso
que el propio temor a la quemadura.

Empecé a temblar... sabía que no iba en broma.
Reconozco enseguida sus momentos de crueldad
salta el interruptor en su cabeza...
huele mi miedo...
destila una pulsión sádica
que hace estremecerme...
Acaricíaba con el frio metal todo mi cuerpo...
tiritaba encima de la cama, con el rostro cubierto
" ¿no sabes lo qué es todavía?..."
En una ocasión fue un gran cuchillo afilado,
en otra unas tijeras...
esta vez era diferente.
Puso el objeto de filo y bajó lentamente desde mi cuello
por el pecho, hasta el ombligo.
Sentí el escozor de cuando la piel se raja levemente
y esa sensación me hizo temblar más todavía.
La sangre me da pánico, es estética y en momentos
irracionales resulta muy erótica y desinhibidora...
pero me asusta pensar en una herida profunda y
la sangre rojísima brotando de mi cuerpo.
Él lo sabe... juega con mis miedos...
le excita verme asustada, empequeñecida ante sus caprichos
y a mí me excita saber que le complazco.
En una ocasión, conversé con cierta persona del club de los pervertidos
sobre las navajas de barbero... atracción y horror a partes iguales.
Esta vez pude comprobarlo en mi propia piel.
Lamí la hoja de la navaja y sentí el pulso de mi Dueño manejándola
con precisión, con esa precisión casi médica que me erizaba la piel.
La sentí deslizándose entre mis piernas...
suavemente, como el peligro que acecha en silencio...
"¿tienes miedo?"...
Recordé el viejo refrán... "si juegas con fuego, acabarás quemándote"
y entonces pensé que la llama hiere, duele,
pero muchas veces el calor que provoca es más intenso
que el propio temor a la quemadura.

martes, 19 de mayo de 2009
El dulce sabor de la inocencia...

Es cierto que el primer beso se recuerda.
Me asomo a la ventana de los primeros recuerdos,
el orígen de la sensación, la pulsión instintiva.
Recuerdo sus labios de fresa, la inocente mirada
de quien no sabe qué, ni cómo, ni por qué...
Jugábamos en su habitación, la tenue luz de la lámpara
alumbraba con cierta melancolía su rostro.
La miraba, reíamos y la volvía a mirar...
Se acercaba el principio del fin de la inocencia.
Y allí, arrodillada junto a ella, en el suelo,
rozando suavemente la blanca cortina,
justo allí mismo, me acerqué,
algo en mí estalló... y la besé.
Quieta como un animalillo, miraba extrañada,
recaída sobre la pared...
permitía el acceso de mi boca en su ser...
succionando unos labios calientes,
rozando una lengua frágil, húmeda, blanda...
Así me bebí mi curiosidad, su inocencia...
así iba sorbiendo el líquido placer.
Murió el bello candor infantil,
algo por dentro se rompió...
comenzó el descenso a los deseos...
nació el hambre, fluyó la sed.
sábado, 16 de mayo de 2009
Sol naciente...

No era ni diablo ni dios : era japonesa.
Todas las bellezas emocionan, pero la belleza japonesa resulta todavía más desgarradora.
En primer lugar porque esa tez de lis, esos ojos suaves, esa nariz de aletas inimitables, esos labios de contornos tan dibujados, esa complicada dulzura de los rasgos ya bastan para eclipsar los rostros más logrados.
En segundo lugar, porque sus modales las estilizan y las convierten en una obra de arte más allá de lo racional.
Y, por último, porque una belleza que ha sobrevivido a tantos corsés físicos, y mentales, a tantas coacciones, abusos, absurdas prohibiciones, dogmas, asfixia, desolación, sadismo, conspiración del silencio y humillaciones, una belleza así constituye un milagro de heroísmo.
Estupor y temblores, Amélie Nothomb
jueves, 30 de abril de 2009
La espera...

Existe una excitación demencial en la espera...
Te has duchado, depilado, arreglado...
llevas tu mejor perfume y un traje sugerente,
o sencillamente esa ropa interior que esconde levemente
aquello que deseas dejar al descubierto...
Preparas velas, vino...
te tumbas en la cama a esperar...
Y vas imaginando...
el tacto de su piel, el olor de su cuerpo, la mirada que te posee...
recuerdas la sensación de tu lengua en su espalda,
el mordisco de pasión en tu cuello,
la presión, la dureza amenazándote...
y deliras en la soledad mientras los minutos se deslizan en el reloj...
Sabes que llegará, pronto...
sabes que su cuerpo busca romperte, meterse, desgarrarte...
Te vas deshaciendo entre las sábanas...
Puedes atarte, vendar tus ojos, arrodillarte, esperar desnuda en el suelo,
intentando predecir sus caprichos, las ganas de causarte placer o dolor, de humillarte,
de joderte o simplemente de adentrarse tiernamente en tu interior...
Sabes que llega la hora de entregarte,
sabes que no puedes escapar de sus deseos...
Te has duchado, depilado, arreglado...
llevas tu mejor perfume y un traje sugerente,
o sencillamente esa ropa interior que esconde levemente
aquello que deseas dejar al descubierto...
Preparas velas, vino...
te tumbas en la cama a esperar...
Y vas imaginando...
el tacto de su piel, el olor de su cuerpo, la mirada que te posee...
recuerdas la sensación de tu lengua en su espalda,
el mordisco de pasión en tu cuello,
la presión, la dureza amenazándote...
y deliras en la soledad mientras los minutos se deslizan en el reloj...
Sabes que llegará, pronto...
sabes que su cuerpo busca romperte, meterse, desgarrarte...
Te vas deshaciendo entre las sábanas...
Puedes atarte, vendar tus ojos, arrodillarte, esperar desnuda en el suelo,
intentando predecir sus caprichos, las ganas de causarte placer o dolor, de humillarte,
de joderte o simplemente de adentrarse tiernamente en tu interior...
Sabes que llega la hora de entregarte,
sabes que no puedes escapar de sus deseos...

Y cuando la incertidumbre empapa tu piel,
cuando el calor y la humedad bañan los recuerdos...
oyes el crujir de la llave, la puerta que se abre...
la espera se acaba y, al fin...
te entregas, sin miedo, a tu Dueño,
a sus caprichos... a la pasión...
cuando el calor y la humedad bañan los recuerdos...
oyes el crujir de la llave, la puerta que se abre...
la espera se acaba y, al fin...
te entregas, sin miedo, a tu Dueño,
a sus caprichos... a la pasión...
martes, 28 de abril de 2009
Sexo y verdad

Comienzo con una breve cita de un libro que me abrasó con la rotundidad de sus verdades y la perturbación de su caída.
" No importa cuánto sepas, no importa cuánto pienses,
no importa cuánto maquines, finjas y planees,
no estás por encima del sexo.
Es un juego muy arriesgado.
El sexo es lo que desordena nuestras vidas normalmente ordenadas."
no importa cuánto maquines, finjas y planees,
no estás por encima del sexo.
Es un juego muy arriesgado.
El sexo es lo que desordena nuestras vidas normalmente ordenadas."
El animal moribundo, Philip Roth.
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